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por Ivanna Marin 5 de junio de 2025
¿Alguna vez has sentido que hay algo en tu interior, una herida que no se ve, que de alguna manera sigue influyendo en cómo te sientes contigo y en tus relaciones hoy? Si es así, no estás en soledad y lo que sientes es profundamente válido. Muchos hemos transitado infancias donde las relaciones con figuras clave –sean padres, madres, abuelos o abuelas, cuidadores en general– estuvieron marcadas por una desconexión dolorosa. Quizás sentiste la ausencia de un cariño empático, la frialdad de la negligencia afectiva, o incluso viviste situaciones de manipulación o abuso, ya sea psicológico o físico. Estas experiencias, aunque hayan ocurrido hace años, pueden dejar una huella profunda, como "heridas invisibles" que llevamos con nosotros, que sin querer repetimos una y otra vez. ¿Cómo se manifiestan estas heridas en tu presente? Es natural que ese pasado familiar complejo moldee el presente de formas que a veces ni siquiera somos conscientes: Una autoestima frágil , que te hace dudar constantemente de tu valor. Dificultades en tus relaciones : quizás te cuesta confiar, tiendes a repetir patrones dolorosos, o sientes un miedo profundo al abandono. Un torbellino emocional : puede que te resulte complicado entender o gestionar tus emociones, sintiéndote a menudo abrumado/a. La lucha por poner límites : decir "no" o proteger tu espacio personal, especialmente con tu familia actual, puede sentirse como una batalla cuesta arriba. Estos sentimientos de vacío, de no ser suficiente, o la sensación de que algo fundamental faltó, son el eco de esas vivencias tempranas. No son una señal de debilidad, sino la respuesta humana a un dolor no procesado. Pero aquí reside la esperanza: Tu pasado no tiene por qué ser tu sentencia. Es crucial entender esto: aunque estas experiencias te hayan moldeado, no te definen por completo ni determinan tu futuro. Tienes la capacidad de sanar y construir una vida donde te sientas más pleno/a, seguro/a y en paz. El camino hacia la sanación: La psicoterapia como aliada Entiendo que la idea de visitar el pasado pueda generar temor, pero es precisamente en ese espacio seguro y acompañado donde reside la posibilidad de transformación. Con la ayuda de la psicoterapia puedes encontrar: Comprensión profunda: Un espacio para explorar sin juicios cómo esas experiencias tempranas impactan tu vida hoy. Procesamiento emocional: Liberar emociones atrapadas y duelos no resueltos de una manera contenida y sanadora. Nuevas herramientas: Aprender a relacionarte contigo mismo/a y con los demás de forma más saludable, fortaleciendo tu autoestima y tu capacidad para establecer límites firmes. Romper ciclos: Identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamiento que te mantienen atado/a al dolor del pasado. No se trata de borrar lo vivido, sino de integrarlo de una forma que duela menos, viendo su funcionalidad (si la tiene) aceptando, algunas veces, las cosas tal cual son. Y así poder transformarlo en impulso, abono para la vida. Una vida con sabiduría y fortaleza. Emprender el viaje de la psicoterapia es un acto de profundo cuidado personal. De amor propio, de autosoporte y compasión. Si estas palabras resuenan contigo y sientes que es el momento de empezar a sanar esas heridas invisibles, quiero que sepas que no tienes que hacerlo en soledad. El camino de la psicoterapia, cuando es guiado por profesionales con una comprensión profunda del impacto del trauma y las dinámicas familiares, se convierte en un espacio seguro y transformador. Encontrar el acompañamiento adecuado, con la guía experta y el apoyo compasivo necesarios para estas temáticas tan sensibles, es fundamental. Dar este paso es una elección valiente, un profundo compromiso con tu bienestar. Es elegir conscientemente un presente y un futuro donde te sientas más libre y auténtico/a. Con la convicción de que la sanación es posible, Ivanna Marin